sábado, 9 de septiembre de 2017

Las hojas muertas

Caen las hojas, decimos ahora que el otoño de bronce y oro se aproxima. Pero el hombre de la sierra  dice, en cambio, que el árbol "tira" la hoja. Y el contraste entre dos visiones de la naturaleza se despliega ante nosotros con este simple intercambio en la función del sujeto y el predicado. El flaneur de la ciudad baudeleriana, el hombre de las multitudes, es normal que haya encontrado en la hoja, múltiple, diversa, innúmera, una cifra de su destino individual  y, al mismo tiempo, enlazado al de sus infinitos congéneres. La hoja cae por esa pulsión suicida según  la cual incorporamos un resto de voluntad al hecho propio de morir. En el campo sin embargo el árbol tira la hoja, que se suceden como las generaciones de Homero. Frente a la naturaleza áspera importa la voluntad colectiva, el ego se desvanece y todo sirve a los inmutables ciclos del universo, a la gran rueda del cielo donde lo único fijo es el eje. El tronco del árbol que ya estaba allí y que allí seguirá hasta el final de los tiempos, cuando la última hoja haya sido arrojada al Gehenna.


Escorial, 13 de agosto 2017

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